Miedo al fracaso, al éxito y al propio miedo. Cuestion de superación.

cartel-ppalEn nuestra sociedad existe el miedo, ¡y es normal tenerlo a lo largo de tu vida! pero el miedo puede tener múltiples orígenes, desarrollos, desenlaces y, desde luego, muchas formas de afrontarlo. Tener miedo no es malo. Malo es no poder expresarlo, no poder compartirlo y superarlo asertivamente; malo es abandonar las buenas prácticas comunicativas que desprecia nuestro modelo de sistema y que nos conducen a un patológico indivi-dualismo extremo. Si tienes miedo ante un obstáculo que te parece un muro, te construyes una escalera, y si ves que te va a costar mucho, pides a les colegues que te ayuden. En este artículo, quiero reflexionar sobre el miedo al fracaso y el miedo al éxito. Pero… ¿no habrá también miedo al miedo? Vamos a buscar la forma de deconstruir estas preguntas, os pondré mi propio ejemplo y quizás hasta obtengamos alguna que otra respuesta.

El miedo al fracaso

Evidentemente, no nos gusta el sentimiento de pérdida o carencia. Sin embargo, una cosa es el dolor de pérdida/carencia/fracaso, ser resilientes y superarlo; otra cosa es intentar evitar al máximo este tipo de sentimientos y encerrarse en uno mismo para evitar sufrir. Pérdidas y fracasos vamos a tener muchos en la vida: por eso, no hay que evitarlos, hay que aprender a saber afrontarlos. Y últimamente, y a medida que se suceden las generaciones, cada vez tenemos más miedo o vergüenza de pedir ayuda. Pues todo lo contrario, somos seres imperfectos y así debemos aceptarnos. Si necesitamos ayuda, la debemos pedir.

Contextualizando: en mi caso, por ejemplo, yo ahora soy un fisioterapeuta en paro. Sin entrar en detalles, en uno de los últimos trabajos que tuve me contrataron para seis meses y me despidieron al mes y medio sin ningún tipo de explicación. Por no dar, no dieron ni las gracias, todo un esfuerzo (porque me apasiona mi trabajo) tirado a la basura. Y a veces, uno se pregunta: ¿Así van a ser los 40 años que me quedan de trabajar? ¿Precariado, desempleo, inestabilidad laboral y protección del empresario frente a la desprotección del trabajador? Pero nada más lejos de la realidad. Decidí levantar la cabeza y la mirada, superar la situación, empoderarme y empezar a buscar trabajo pensando que esa experiencia me ayudaría en el futuro. Se trata de ver el vaso medio lleno, es evidente que hay que luchar por empleos accion-poetica-en-chilecon dignidad en las áreas propias de los estudios de cada cual. Y a quienes no hayan estudiado, que se les de la oportunidad de hacerlo sin perjuicio de les afectades. Igualmente, no podemos dejar de denunciar el hiper-proteccionismo al empresariado ante una sociedad cada vez más desprotegida, precarizada y cuyos derechos cada vez más se vulneran. Pero tenemos que pensar que vamos a conseguir lo que nos proponemos y no hundirnos si al final no lo logramos (¡no todo se logra en esta vida!).

El miedo al éxito

Parece un contrasentido, ¿no? Pues en absoluto. Podemos también tener miedo al éxito. Damos demasiado valor a un éxito idealizado que, precisamente por ser utópico, cuanto más lo perseguimos más se aleja en el horizonte. Si alcanzásemos ese «maravilloso éxito» que nos proponemos, obtendríamos un valor que necesitaríamos mantener (si lo hemos conseguido, y antes no lo teníamos, es que se puede perder). Esa idealización de «la persona sin fallos» es imposible, entre otras cosas, por lo que veíamos en «el miedo al fracaso». Vamos a fallar muchas veces en la vida, la cuestión es cómo afrontarlo, ser resilientes y poder superarlo.

Entre otras cosas, nuestro concepto de éxito está basado en una meritocracia inexistente. Creemos que por esforzarnos más y por dejarse la piel innovando con motivación, obtendremos mejores resultados y/o mejores perspectivas de futuro.

miedo-al-exitoNo es que no sea verdad, es muy importante el esfuerzo, pero es que la vida es mucho más compleja que eso. La existencia personal y comuni-taria implican infinidad de factores adicionales (las tres C: casa, coche, curro; una relación, con todo lo que ello supone; la familia… ¡o incluso la carencia de todo lo anterior! Incluso aunque tengamos o dejemos de tener necesidades, siempre habrá una presión social para cumplir la normativa). No olvidemos que no es posible (ni sería viable) resetear tu vida, así que lucha porque sea digna y lo más feliz posible.

Contextualizando: mientras que en el miedo al fracaso las preguntas eran del tipo ‘¿me quedan 40 años de precariado e inestabilidad laboral?’, en mi miedo al éxito me planteaba ¿y si consigo un trabajo temporal o indefinido y no llego al nivel exigido? ¿Y si tengo algún tipo de carencia que empeora mi imagen, mi trabajo o mi perspectiva de futuro?. También fuera del ámbito laboral: ¿Y si consigo el carnet de conducir y se me presenta una situación difícil? o ¿Y si en el futuro convivo con mi pareja o tengo un(a) hijo/a y no se resolver cualquier tipo de situación? Todas estas preguntas son típicas del miedo al éxito. Cuando surgen dificultades, se valoran en el momento, se pide ayuda, se trabaja un resultado exitoso. ¿Por qué plantearse cuestiones que NO han llegado aún? Bastantes problemas tenemos día a día como para adelantar los que podrían estar por venir.

Miedo al miedo

Y tras estos dos miedos, llegamos al ‘miedo al miedo’, llegamos al miedo a entrar en un bucle que nos impida actuar, vivir, desarrollarnos… Pero desde mi punto de vista, en el fondo, el llamado ‘miedo al miedo’ no es más que miedo al sufrimiento; al ‘despair’ (desesperación; en inglés tiene un sentido más global y dramático, como ‘desolación’). Y, quizás sin ser la causa, ¿cuál es el caldo de cultivo más propicio? Una identidad insegura. Por eso, debemos trabajar nuestras identidades, nuestras seguridades, nuestras áreas de comodidad y la ampliación de dichas áreas. Cuanto más grande sea nuestra área de seguridad, menos miedo a lo desconocido, menos miedo a sufrir, menos miedo a una situación inesperada.

De verdad espero que os haya ayudado este artículo. Porque yo he tenido mucho miedo al fracaso; he tenido miedo al éxito; he tenido miedo al miedo, al sufrimiento, a la dependencia y a la falta de dependencia. Y todo, desde mi punto de vista, por una identidad frágil poco construida, fácilmente derribable. Pero con paciencia, dándome tiempo a mi misme, reduciendo la ansiedad, dejándome descansar y ayudar en unas cálidas relaciones saludables de amistad, se puede seguir adelante. Y sobre todo, nunca detenernos a pedir ayuda, incluso aunque no la necesitemos. Somos fuertes, y si no lo somos, lo seremos. Pero siempre, en igualdad y con respeto.cropped-bdy5uyuceaauumj.jpg

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